El Caballero Luna.




Un vigor de antaño envuelve al caballero en un halo de melancolía que se proyecta hacia una luna que mengua y ostenta como divisa. Su escaso cabello, tan blanco y frágil como sus huesos, enmarca un rostro curtido por el tiempo y las batallas. Sus ojos, verdes como el musgo que se aferra a las piedras milenarias donde resuenan los cascos de su rocín, esconden un abismo de añoranzas y tormentas. Las batallas y el tiempo han surcado su frente, como un lienzo que rememora las victorias y derrotas que ha vivido. Su nariz perfecta, labios carnosos y orejas discretas conforman un rostro armonioso, donde la tristeza ha perseverado como un huésped indeleble. La mirada, profunda y enigmática, parece vagar por un pasado que se diluye en la bruma del recuerdo.

Envuelto en una cota de malla carmesí, cuya capucha enmarca su rostro como un velo, su armadura muestra los estragos de las batallas, deteriorada también por la melancolía que acompasa sus gestos. El caballero Luna, otrora creciente. Es un señor de contrastes, cuya complejidad lleva a cuestas sin renunciar a la esperanza. En él se palpa la añoranza por un pasado que ya no es, la tristeza por las oportunidades perdidas, la derrota ante los embates de la vida. Un desaliento vital que, sin embargo, no le doblega. Se sostiene firme, con la frente en alto y la mirada centrada en el horizonte, buscando en la bruma una nueva alborada. La luna aún lo guía en su búsqueda.

El Caballero Luna ha vivido, ha amado, ha sufrido, ha reído y bebido hasta caer, ha conocido la cima y el abismo, el gozo y la desolación. Un alma nómada, un poeta errante que cabalga con la esperanza de encontrar la paz que tanto anhela.

Testigo de su viaje, la luna que se extingue, aún conserva en su tenue brillo una profunda esperanza de brasa y ceniza. Su luz es la divisa prendida en su lanza. La lleva grabada en su armadura, bordada en su capa y tatuada en su piel, en un periplo constante de decadencia y renovación. Y así con el paso solemne de un alma en penumbra, balanceándose con suavidad sobre la grupa de su corcel, el Caballero Luna avanza hacia el reino de las sombras.


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