¡ El verano está en el aire !
Bajo la languidez de la tarde , el campo de San Gabriel se aletarga. Los chavales se entregan al fútbol en el Cigüeñal, mientras las torres de la luz observan altivas, emergiendo sobre la maleza que las últimas lluvias han prodigado. El paisaje adquiere una frescura verde y efímera. En el horizonte, el faro marca con sus primeras luces el compás del momento , como si el propio tiempo danzara al son de su destello. La fragancia del verano cubre cada objeto, cada partícula de aire, cada suspiro de adolescente enamorada, cada zancada de hombre apresurado, cada sonido y cada silencio. Una niña grita a su amigo desde su balcón, regocijándose ambos en la distancia que los separa y en la complicidad del no entendimiento. El reloj avanza lento y cadencioso, y todo parece, una vez más, impregnado del aroma del verano, mientras mi tinta va moldeando palabras en el tiempo que les corresponde.
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