Entre la calma y el estruendo: el regreso tardío de la lluvia.

 


La lluvia pródiga ha regresado. Pero su estancia será efímera, y por fortuna. En pocas horas desestabilizará el hogar, la familia, el pueblo… La escucho aproximarse entre sueños, agitando los cielos, cubriendo la noche con un estrépito amenazante que se desata desde las alturas de la sierra. 

Todo permanece en silencio, aunque la mayoría ya estamos despiertos, sin abandonar nuestras camas. “Ya está aquí” pensamos, y sentimos miedo, un desasosiego propio de quien conoce lo que está por acontecer. 

Y la lluvia se desata antes del alba. Y este día el sol se niega a levantarse, pero nosotros sí lo hacemos, con nuestros desayunos y nuestros silencios. Inmóvil, presencio la inclemencia del día tras el cristal del salón: los charcos cada vez más extensos, el campo cada vez más húmedo, la isla de Tabarca cada vez más difuminada. 

Y todo el sonido que nos acompaña es el del agua derramándose sobre el asfalto y los tejados de hormigón, y el de una cucharilla que marca un pausado ritmo al rozar las paredes cerámicas de la taza de café. 

La lluvia prodiga parece fatigada, su fuerza es meramente ilusoria, desbordando el barranco, levantando tapas de alcantarillas, imponiendo su presencia, pero paradójicamente débil y exhausta.  

La lluvia pródiga derrocha su energía, la herencia que la modernidad le ha legado, y aunque haya regresado a su hogar, creo que aún no ha hallado su camino y, tal vez por eso, ya calmada, parte de nuevo.

Comentarios

Entradas populares